Tanta psicología y nunca te he hablado aquí sobre la mente. Todo mal…
Aunque, en realidad, este es un melón bastante grande. No hay consenso científico sobre si la mente existe como tal, pero está claro que todos y todas tenemos experiencias subjetivas que no pueden explicarse únicamente desde las neurociencias.
¿Qué es la mente?
La mente podría definirse como un conjunto de comportamientos de los que solo tú eres consciente. Algunos son conductas automáticas y otras no tanto.
Cuando llega un pensamiento “aleatorio”, estamos hablando de una conducta automática que nace de toda tu historia de aprendizaje. El típico pensamiento que te recuerda que te quedaste sin café o que existe un 0,00001% de posibilidades de que se estrelle tu avión.
En cambio, cuando empiezas a darle vueltas a algo, estamos ante un comportamiento más manual. Digamos que ahí sí puedes tener cierta agencia.
Tampoco creas que hay mucho más que decir al respecto, ya que realmente no existe una explicación consensuada y científica sobre su origen.
Además, solo podemos ser conscientes de nuestra propia mente. Es lo que llamamos el problema de otras mentes.
Porque, aunque pudiéramos monitorizar perfectamente lo que ocurre en el cerebro, jamás podríamos entrar en la mente de otras personas para asegurarnos de que efectivamente eso no está hueco. Va, el chiste se hace solo…
Incluso si la inteligencia artificial evoluciona, difícilmente podremos asegurar que es consciente de la misma manera que lo somos tú y yo.
Seamos pragmáticos
Este tema seguirá siendo un debate filosófico hasta que la ciencia logre algún avance que nos sorprenda a todos.
Y aunque no está mal reflexionar sobre estas ideas, sé que para muchas personas su mente puede convertirse en una gran enemiga.
Todos y todas hemos tenido momentos en los que nuestra mente no deja de generar pensamientos bastante autodestructivos, pensamientos que nos alejan por completo de nuestros valores.
Por desgracia, no hay mucho que hacer con la presencia de algunos pensamientos. Existen igual que existe tu pasado. Y del mismo modo que no puedes modificar tu pasado (ni lo que recuerdas de él), tampoco podrás cambiar muchos de estos pensamientos.
Respira hondo.
Y no pasa nada: si observas tu experiencia, podrás ver que eres capaz de actuar de manera diferente a lo que dice tu mente.
Que puedes levantarte de la cama, aunque sientas que no puedes más y tu mente te diga que “tampoco va a pasar nada si hoy tiras el día a la basura”.
Cuando comprendas esta idea, experimentarás cierta sensación de alivio porque:
Tu mente no puede esclavizarte, aunque sí condicionarte.
Y sí, ojalá pudieras también librarte del peso de algunos pensamientos, pero hasta donde sabemos no existe forma de hacerlo. Tampoco sé si nos interesaría que existiera…
Tu mente no es tu enemiga
Tampoco hay consenso sobre la función evolutiva que cumplen las experiencias subjetivas. Es decir, no sabemos bien para qué existe la mente.
De hecho, hay autores que defienden la hipótesis de que la mente no es más que un residuo del cerebro.
Esta idea sostiene: si ver un león dispara mi respuesta de huida, ¿por qué es necesario que también experimente la sensación de miedo?
Esta explicación no me gusta nada y creo que menosprecia nuestra capacidad simbólica.
Creo que la posibilidad de que mi mente conecte estímulos es increíble, y aunque a veces me provoque miedos muy inútiles, en la mayoría de ocasiones me ayuda mucho. El ser humano no sería lo que es si la mente no existiera.
Y sí, sé que también tiene cosas malas, pero pienso que no nos han enseñado a relacionarnos con nuestra mente de forma flexible.
Hoy te propongo un pequeño ejercicio que quizá te ayude a mejorar un poco esa relación:
Totalmente de acuerdo, toda la comedura de tarro que tenemos por los problemas que no se resuelven, se quitan cuando los observamos sin prestar tanta atención, gracias ♥️
Gracias por el momento de tranquilidad que hoy me has brindado