Tengo muchos recuerdos de mi infancia, aunque sé que gran parte de ellos estarán modificados por historias y fotos que he visto de más adulto. Aun así hay uno que tengo bastante marcado en la piel.
Mis miedos a los delfines que estaban dibujados en el fondo de la piscina donde me bañaba de niño.
Recuerdo mis sensaciones cada vez que me acercaba y cómo nadaba lo más alejado posible, porque la idea de pasar por encima de esos delfines me provocaba escalofríos.
Además, no sé quién popularizó la moda de dibujar cosas en el fondo de la piscina, pero recuerdo que no se libraba ninguna. Por lo tanto, quien no se libraba de ese miedo era yo.
De la resignación a la aceptación
Hay un puntito interesante en todo esto de la exposición a las sensaciones que no nos gustan. Y todo radica en nuestra predisposición que rara vez es abierta desde el principio.
Cuando un niño o una niña se expone a determinados miedos, podemos ver que lo hace con la cara tensa y luego, cuando sus padres lo felicitan, pone una sonrisa nerviosa, señal de haber alcanzado un logro.
Pero ese momento no deja de parecerse a cuando te tomas un jarabe rápido para no notar su sabor. Que pase ya y listo.
No podríamos llamar, por tanto, aceptación a esa idea de pasar rápido por nuestros miedos. Tampoco podríamos decir que un niño esté aceptando esas sensaciones, sobre todo porque le falta algo súper importante. El significado real de experimentar esas sensaciones.
¿Qué hay en el fondo de la piscina?
No sabría decir cuándo perdí el miedo a esos delfines, pero sí te puedo decir que me encanta bucear y que lleva gustándome mucho tiempo. Y, ¿sabes qué? Cuando buceas por el fondo de la piscina te encuentras, necesariamente, con esos delfines.
Ahora me dirás, “claro Darío, te diste cuenta de que esos delfines no podían hacerte nada”. Pero, los niños no son tan tontos, y esto va más allá de lo racional. Igual que alguien puede tener miedo a volar en avión, a pesar de ser el medio más seguro que existe. Es miedo a lo desconocido y punto.
Por eso, cuando tienes relación directa con eso que desconoces, acabas sintiendo cada vez más familiaridad. Hasta que llega un punto en el que, simplemente, entiendes que forma parte del entorno.
Pero lo importante es que yo estaba haciendo algo que me gustaba y no es que para seguir haciéndolo tuviera que acercarme a los delfines. Es que mientras buceaba pasaba por esos delfines. ¿Se entiende?
Actúo hacia lo que me importa y ahí encuentro lo que no me gusta. No me acerco a lo que no me gusta para hacer lo que me importa.
Cuando vemos la verdadera forma de los delfines
Y ahí es cuando entendemos que los miedos están construídos de pensamientos y que los pensamientos son sólo pensamientos. Pero tenemos que acercarnos a ellos para terminar de verlos.
Cuando era niño miraba directamente a los delfines y podía ver que estaban dibujados con pequeños azulejos. Podía ver la verdadera forma de mis miedos.
En consulta a veces las personas experimentan miedos e inseguridades de forma general y siempre tengo que hacer preguntas para concretar qué son esas sensaciones y si tienen su origen en algún tipo de rumia.
A veces nos cuesta hasta verbalizar aquello que nos preocupa, pero es muy importante que lo hagamos para dibujar esos delfines y concretar cuál es ese pensamiento. Porque si no, simplemente tendrás la sombra de tus miedos.
La diferencia que hay entre un monstruo de una película de fantasía y de una película de terror es la visibilidad que le dan a cada uno. Ahí va un ejemplo:
Es evidente el juego con la luz y cómo eso nos hace sentir más miedo o no. Recuérdate esto cuando sientas que algo te preocupa, ¿qué es lo peor que podría pasar? ¿Cuál es el pensamiento más oscuro que te da tu mente? Obsérvalo de cerca y recuerda:
Los pensamientos son sólo pensamientos.
El episodio de esta semana
Por si no me escuchaste:
Recomendaciones
Hoy te recomiendo una “serie” llamada Calls que podrás encontrar en Apple TV.
No tiene imágenes, todo se da a través de los audios de unas llamadas telefónicas que dejan entender que algo raro está pasando. Algún tipo de evento apocalítpico.
Aquí la imaginación juega un papel fundamental y creo que no se me ocurre un mejor ejemplo para que entiendas de qué va esto de tener miedo a lo desconocido. :)
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