¡Buenos días!
Hoy quiero escribirte acerca de la queja mientras escucho esto. No creo que vayan muy de la mano, pero el tono melancólico puede llegar a engancharme mucho y si alguien sabe de dónde viene esa canción, sabrá qué otras cosas me trae. :)
La queja
Como menciono en el podcast, una vez me dijeron que la consulta del psicólogo es el lugar donde las personas vienen a quejarse sin recibir juicios.
Y no te voy a engañar, juzgar no me sale de manera natural, especialmente en terapia. No obstante, eso no significa que no juzgue en absoluto… Todas las personas lo hacemos.
La queja tiene su lugar y función, pero dependerá del contexto, como siempre. Así que, aunque no la juzgue, tendremos que atenderla y evaluar su utilidad.
La utilidad de la queja
La queja resulta muy útil para manifestar malestar y provocar cambios. A veces no se genera un cambio en lo que provoca la queja, pero sí en cómo te sientes al recibir, tal vez, apoyo y validación de la persona frente a ti. Otras veces, simplemente consigues desahogarte y brindarte feedback y autovalidación.
Todas las opciones pueden ser válidas siempre y cuando no nos atrapen en algún tipo de círculo vicioso donde la utilidad desaparece y la queja se convierte al 100% en una estrategia de evitación. ¿Cómo sucede esto?
La queja como estrategia de evitación
Puede que estés siendo consciente de algo que no te gusta de tu vida, ya sabes, pueden ser muchas cosas.
En ese momento, al ser consciente, también experimentas malestar en forma de frustración, enfado, nerviosismo o miedo. Entonces, el comportamiento de queja surge como forma de frenar o suavizar ese malestar. Si no, ¿para qué?
Y puede que lo logres, que durante un instante sientas esa autovalidación que alivia la manera en la que vivimos el malestar, o que la persona frente a ti te preste atención y te valide (a veces con la atención basta). Pero inmediatamente después vendrá otra ola de malestar, otro pensamiento, y comenzarás de nuevo con la queja.
Resumen: no terminas de sentirte bien y acabas perdiendo tiempo valioso que podrías haber utilizado en otra cosa.
¿Qué hacer entonces?
Pues ya sabes, DEPENDE.
Creo que todo el mundo tiene derecho a un espacio de queja, pero solo tú puedes saber cuáles son los límites en los que empiezas a enredarte demasiado.
Mientras te quejas, procura observarte y vigilar si tus mensajes son repetitivos; ahí podría estar la clave. Quizás estés viviendo un poco el día de la marmota y tengas que plantearte si la queja te está aportando algo valioso a tu vida.
También te pueden ayudar desde fuera. Si cuentas con una persona asertiva y con responsabilidad afectiva, probablemente pueda ayudarte a evaluar si te sirve o no esa queja.
Podcast
Si quieres más y aún no me has escuchado, aquí tienes más de 20 minutazos:
Recomendaciones
Hablando de responsabilidad afectiva, mi amiga Desirée Llamas ha sacado un libro estupendo y te lo tengo que recomendar. En él aprenderás a cuidarte y a cuidar. Por aquí tienes.
¡Abrazos!
Hola Darío. Muchas gracias por esta reflexión sobre la queja. No me había detenido antes a pensar sobre ella y sus porqués. Tengo por ahí dos o tres amigos "quejosos", porque sí y porque no, por todo y por nada... ¡es agobiante escucharlos quejarse! Ya sé más o menos, cómo puedo abordarlos para invitarlos a autoevaluarse y que salgan de su bucle de quejas. Un abrazo 🤗