Aún recuerdo que, durante el confinamiento, muchas profesionales de la salud mental recomendaban no tomar ciertas decisiones en un contexto tan excepcional.
Se referían, sobre todo, a rupturas y divorcios que podían estar precipitados por la tensión de una convivencia forzada sin poder salir de casa.
Esto es un ejemplo que a veces utilizo para representar lo que pasa cuando vivimos grandes oleadas de emociones que nos invitan a tomar, tal vez, decisiones precipitadas.
¿Quién no ha querido abandonar una carrera el día antes de un examen difícil? ¿O cancelar, por un imprevisto, un plan que nos hacía mucha ilusión?
Y, por supuesto, más de una persona ha pensado en dejar su relación cuando se siente desbordada por lo que está viviendo.
La gran pregunta es: ¿conviene decidir desde ahí?
En general, no recomendaría tomar una decisión irreversible desde una emoción (y los pensamientos que la acompañan) que estás experimentando por primera vez. No significa que no puedan salir buenas decisiones de esos estados, pero resulta más difícil manejar todos los datos cuando, por ejemplo, el enfado ocupa el centro del escenario.
Ya sabes, siempre se ha dicho eso de: no vayas a hacer la compra con hambre para tomar mejores decisiones.
Aunque tengo que reconocerte que yo a veces disfruto yendo a hacerla completamente famélico si sé que voy a preparar una receta nueva. El hambre me vuelve extremadamente creativo con la comida. 🤓
Y por el otro lado, a veces necesitamos sentir una emoción o pensamiento para poder tomar una decisión. Hay muchas rupturas necesarias que sólo se consiguen efectuar desde el enfado, aunque eso no quita que luego tengamos que vivir otras emociones complicadas que te arrastran a una reconciliación. Pero por lo menos has conseguido verbalizarlo y tal vez alejarte un poco.
¿Quieres decir que si pienso repetidas ocasiones en dejar a mi pareja o el trabajo debería hacerlo? ¿Y que si sólo lo pienso una vez mejor no lo haga?
Ojalá fuera tan sencillo y pudiéramos aferrarnos a la vida con un manual de instrucciones… Así que, no. No estoy diciendo eso.
Porque podrías vivir un único episodio de maltrato —en el trabajo o en tu relación— y ahí mi consejo sería claro: sal de ahí cuanto antes.
Del mismo modo, una persona autónoma puede querer abandonar su proyecto cada vez que llegan los pagos trimestrales; quizá tenga más sentido hacerle hueco a ese tipo de pensamientos y recordarte que, por lo general, no quieres huir del lugar en el que estás.
Nos vemos en Málaga el 8 de noviembre
Todavía quedan algunas entradas para el evento de Psicoflix del 8 de noviembre en Málaga. Si eres psicóloga o psicólogo, te apetece pasar un buen día y conocer a gente estupenda, ¡nos vemos allí!
P. D.: Se me vienen un par de semanas complejas, así que volveremos con la newsletter en noviembre. ¡Un abrazo!