Morirás tú, tus seres queridos y todas las personas a las que admiras.
Y ahora para, ¿cómo te sientan mis palabras? ¿Qué responde tu mente?
¿Te has reído? ¿Me has insultado? ¿Te has alarmado?
¿Habría reaccionado igual tu mente si te hubiera dicho que simplemente vas a envejecer? ¿Cómo habría reaccionado si te hubiera dicho algo como: aprovecha la vida?
Pues sí, toca hablar de la muerte un rato.
¿Es la muerte un don?
Creo que voy tarde con las referencias a El Señor de los Anillos, pero, bueno, tampoco es que yo sea una persona rápida, y esta referencia encaja muy bien ahora.
En la obra de Tolkien se menciona que la muerte es otorgada a los humanos como si fuera un don, un privilegio.
Y si has perdido a algún ser querido recientemente, lo más probable es que te den ganas de escupir al Silmarillion. Pero esto de que la muerte da sentido a la vida es un mensaje muy habitual.
Yo suelo pecar de escéptico, lo siento. Estoy tratando de dudar menos de las cosas, porque a veces uno puede ser dogmático en su propio escepticismo, tal y como menciona Enric Gel en su libro “¿Hay filosofía en tu nevera?”. Sin embargo, me cuesta aceptar a ojos cerrados esta idea de que la muerte es un privilegio que nos hace exprimir más la vida.
Pero, al existir la muerte, no nos queda otra que tratar de darle sentido a la vida que tenemos entre las manos.
Quiero decir, toca ser pragmáticos.
¿Cuál es tu relación con el (tu) final?
Que no tenga claro que el ser humano puede ser más feliz siendo mortal que inmortal, no quiere decir que no sea consciente de lo importante que es evaluar nuestra relación con la finitud.
Al trabajar en consulta con los valores personales de mis clientes, es habitual que utilice algún ejercicio o metáfora que los exponga a su final. Sí, a veces, les invito a imaginar su propio funeral.
Esto nos ayuda a ordenar un poco las cosas, como cuando vas a un buffet libre y antes de empezar a llenar el plato, tanteas la capacidad máxima de tu estómago. Espero no ser el único que hace esto. 🤡
Pues en esta metáfora, tu estómago es el tiempo de vida que te queda y por eso es importante ser consciente de la forma en la que utilizas tus segundos en este planeta.
Estar presente = aprovechar
Hay muchas formas de “aprovechar” la vida, pero generalmente este concepto se suele asociar más con la productividad o el disfrute que con la idea de estar presente.
Parece obvio, pero aunque existir es inevitable mientras vivimos, ser consciente de que existimos no es tan frecuente.
Aumentar los momentos de presencia podría mejorar tu capacidad de toma de decisiones y de actuar alineado o alineada con tus valores, pero no es lo único importante.
Estar presente per se, ya me parece suficiente en el mundo sobreestimulado que tenemos, pero esto también puede facilitar que te sorprendas con la vida o, en términos aristotélicos, que te asombres (thaumazein) y que esto te empuje a hacerte otras preguntas.
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