No podemos predecir bien el tiempo
Ni tomar las mejores decisiones, pero sí podremos decidir atendiendo a nuestros valores.
Esta semana ha sido muy trending lo mal que se predijo el tiempo al inicio del invierno.
Yo sé que, al igual que los psicólogos, los meteorólogos trabajan con muchísimas variables, y que mojarse (🤡) con sus predicciones puede llevarles a alguna que otra crítica.
Sin embargo, es lo que les pedimos, ¿verdad? Que sean claros y concisos en sus mensajes. Porque no sería nada atractivo ver al tipo del tiempo decir cosas como: “Parece que va a llover, pero no está 100% claro; echaos el paraguas que no pesa.”
Si en un sitio te dicen eso y en otro te dan mensajes contundentes, lo más probable es que recurras al que te genere menos dudas.
En psicología ocurre un poco igual, y por eso nos cuesta mucho quitarnos el “depende” de la boca. Esto es especialmente significativo cuando alguien viene a consulta en busca de tomar las mejores decisiones.
La mejor decisión no existe
Si existiera una forma de tomar la mejor decisión, creo que todo el mundo la conocería y los errores serían debidos a factores externos, ¿verdad? 👀
Ojalá fuera tan sencillo y pudiéramos asumir que no lo controlamos todo. Pero por desgracia, podemos ser víctimas del sesgo retrospectivo:
Este sesgo nos hace creer, después de que algo ha sucedido, que era más predecible de lo que realmente era en ese momento. Nos da la falsa sensación de que "deberíamos haberlo visto venir" o que "era obvio".
Un sesgo muy habitual en inversiones, donde la gente piensa que "estaba claro" que Bitcoin iba a subir, cuando en realidad, en el momento de tomar la decisión, la incertidumbre era real.
Este sesgo puede llevarnos a sobrestimar nuestra capacidad de prever eventos futuros y a subestimar la influencia de la suerte o la incertidumbre.
Es completamente normal que aparezca la culpa si nuestra decisión no tuvo los resultados esperados. Si encima tiendes al exceso de perfeccionismo, pues peor me lo pones…
Incluso cuando en consulta trabajamos con técnicas específicas de toma de decisiones o esclarecimiento de valores, tampoco podemos asegurar que el resultado final sea satisfactorio.
Reducir el error no te libra de él
Si alguien está pensando en tomar una decisión importante como un cambio de trabajo, es posible que reconocer qué elementos de su vida son fundamentales le facilite la decisión.
Por ejemplo:
Sara sabe que una de las cosas que más feliz la hacen es sentir que está cuidando con cariño a su familia. Por eso, el siguiente trabajo tendrá que darle tanto el tiempo como la energía que necesita para ello.
Y ojo, que hablamos de cuidar con cariño, no de cuidar exclusivamente. Algo que tal vez podría sentir si, en lugar de estar presente en casa, se dedicara exclusivamente a llevar dinero.
Ya sabes que una de mis formas favoritas de señalar valores personales es a través de la construcción verbo + adverbio. En el caso de Sara será: cuidar cariñosamente. Y de esta forma definimos mucho mejor la manera en que queremos movernos realmente.
Ahora bien, imagina que Sara ha hecho un trabajo excelente en esclarecimiento de valores y un análisis premortem muy bueno, tal y como expliqué en esta edición. Sin embargo, cuando está en su nuevo puesto, descubre que tiene viajes inesperados y experimenta niveles altos de estrés que le hacen estar menos presente en casa. Algo que para nada estaba reflejado en su contrato.
Lo más habitual será que sienta culpa y se martirice por haber tomado una decisión “incorrecta”. Cuando en realidad, nunca podría haber adivinado lo que le pasaría…
Incorrecta en el resultado pero…
A todos nos importan los resultados, es normal. Pero no podemos cargarnos toda la responsabilidad por ellos.
Sara tomó la decisión atendiendo a sus valores y de la forma más responsable posible. No actuó de manera impulsiva ni dejándose llevar por ambiciones contrarias a la persona que quiere ser.
Cuando lleguemos al final de nuestra vida, podremos pecar de revisionistas. Tal vez queramos replantearnos qué habría pasado si en lugar de X hubiéramos hecho Y. Pero lo que de verdad nos atormentará no serán tanto los resultados de nuestras decisiones, sino la forma en que las tomamos.
La manera en que actuamos al tomar decisiones es algo que sí podemos controlar, y de lo que podremos sentirnos orgullosos y orgullosas cuando lleguemos al final de nuestro viaje por esta vida.
Tal vez Sara pueda arrepentirse de no haber elegido otro trabajo, pero nunca podrá machacarse por haber decidido atendiendo a motivaciones alejadas de sus valores, como el dinero o el estatus.
La vida se confecciona entre aleatoriedad y responsabilidad. Como lo primero no puede predecirse, vamos a tratar de sentir coherencia con lo segundo.
Estoy totalmente de acuerdo contigo cuando hacemos algo con coherencia de responsabilidad en lo que queremos y al final no sale bien ,no debemos caer en reparar la culpa por esa decisión que se tomó en ese momento presente, gracias