Hoy me he sentado directamente a escribir con mi música de lofi sonándome en las orejitas. Que con este frío y mi falta de melena, se agradece que mis cascos sean grandes y calentitos.
Es lo primero que estoy haciendo en mi jornada laboral, pero no es lo primero que he hecho en mi día. Esto es importante, pero no tanto…
Aún no he abierto el correo ni me he expuesto a leer mensajes con peticiones, problemas, responsabilidades, tareas, falsas urgencias y mil cosas más que mi mente seguramente atendería.
Lo hago así para no retrasar este momentito que tengo para contarte cosas a través de mi teclado. Primero lo primero, ¿no?
Mi voz intentando darle forma a lo que tengo en la mente
Hoy escribo y luego grabo, ya sabes que a veces hago lo contrario. Nunca digo lo mismo, incluso a veces digo lo contrario. ¿No seré yo un incongruente? Te dejo que lo descubras.
Las expectativas y el perfeccionismo
Cuando me siento a escribir en mi mente aparece una idea completamente abstracta de lo que quiero trasmitir. Tengo algunos puntos clave en la cabeza que, normalmente, he ido apuntando a lo largo de la semana en mi aplicación de notas. (Pruebo muchas por experimentación, pero ahora estoy con Todoist).
A veces me he sentido frustrado por no conseguir plasmar mi idea en palabras. Y fíjate que en consulta me salen metáforas a chorros, algunas muy buenas y que luego olvido. ¿Por qué?
¿Por qué a veces improvisamos y fluimos mejor cuando no nos observamos? Ni idea, yo te la suelto y tú lo digieres.
Por cierto, si es tu primera vez leyéndome. Aquí va el botón para que te suscribas:
Soltado el Spam, al perfeccionismo como filosofía absurda de vida. Tu mente generando expectativas como si fuera una churrería para que luego vivas en la constante frustración de no alcanzar tus deseos.
¿Quién iba a querer enfrentarse a unas expectativas tan difíciles de alcanzar? Lo que sí parece alcanzable es hacer scroll infinito en TikTok, ordenar los cubiertos de la cocina o comprarte algo en Amazon.
Keep it cutre como filosofía de vida
En 2017 me avisaron de que podía presentarme a un concurso de talento, pero que tenía sólo una semana para prepararme. Para quien no lo sepa, el ilusionismo ha sido una de mis aficiones más queridas y en aquella época tenía más tiempo para ensayar, aunque nunca he llegado a ser mago profesional.
En aquella época estaba mucho con ACT en la cabeza y con esto de exponerme a cositas. Así que, allí que fui con un pequeño espectáculo improvisado y compitiendo contra personas que venían de trabajar exclusivamente de su arte.
En mi actuación salieron varias cosas mal… Muchas en realidad.
Y tuve que ir haciendo reajustes constantes, igual que en la newsletter de hoy, que para nada incluía, por lo menos en mi mente, la posibilidad de hablarte de este concurso de talentos.
Se ve que el jurado estaría harto de ver mucha rigidez en el escenario o que les di pena, porque me dieron el segundo premio:

Si miras tu experiencia, estoy seguro de que podrás encontrar situaciones que has ido resolviendo sobre la marcha y que han provocado felicitaciones en las personas de tu entorno.
Tu mente dispone, pero tú resuelves
Es paradójico que una técnica de productividad sea la de imaginar cómo enfrentarías, paso a paso, la tarea que tienes por delante. Sin embargo, antes de venir ese paso a paso, lo que puede aparecer en tu cabeza es el final de esa tarea. LA FANTASÍA DE ESA TAREA.
No sé si has montado alguna vez un mueble de Ikea, pero es habitual que algunas personas dejen más tiempo de la cuenta la caja en una esquina de la habitación. Ves la estantería, pero no las piezas que la componen, ni los pasos necesarios. Estoy convencido de que si te fueran mandando la estantería por partes y tuvieras que montar una parte cada día, se montarían muchas más estanterías en el mundo.
Romper una tarea en subtareas y visualizar ese manual de instrucciones en tu cabeza puede ayudarte, pero lo que de verdad te ayudará es conocer cómo tienes esa mente perfeccionista que te hace sentir un agobio existencial cuando tienes que enfrentarte a tareas que son ridículamente cortas.
Exponerse a la mediocridad y a la desconfianza que tienes en ti, será lo único que pueda enseñarte que en la vida eres capaz de hacer cosas extraordinarias. Tal vez no todos los días, pero sí de vez en cuando. Porque cosas extraordinarias a diario sólo las hace Superman y seguro que para él tampoco lo son…