¡Hola!
La newsletter de hoy va dedicada a todas aquellas personas que, como yo, han comido techo alguna vez pensando en el apocalipsis.
Hablemos sobre la rumia, su función y sus posibles soluciones.
La función de la rumia
Cuando rumiamos lo hacemos porque podemos conseguir algún tipo de beneficio o de alivio.
Si mañana tienes un evento que te preocupa, es normal que te anticipes y que trates de verbalizar lo que te da tanto miedo.
Spoiler: puede que trates de convertir sensaciones en palabras y que estas palabras no tengan mucho sentido. El miedo puede ser sólo miedo.
Y si no eres capaz de encontrar las palabras te quedarás con el discurso general de “tengo ansiedad por lo de mañana”.
En la rumia podemos encontrar alivio de forma intermitente y eso mantiene dicha rumia, si no, ¿para qué ibas a seguir haciéndolo?
Tú no decides rumiar, igual que has decidido mirar el teléfono la última vez, ¿o tal vez sí?
Tratas de buscar explicaciones o soluciones a algo que te preocupa y puede que hayas encontrado un pensamiento que te alivia. Pero, ¿sabes qué? En seguida viene otro nuevo que te dispara la ansiedad. Así hasta el infinito…
No podemos apagar la mente
Pero sí podemos tratar de no aferrarnos a todos esos pensamientos. Esto va de detectar cuándo viene cada uno de los pensamientos que suelen atraparnos y en lugar de enredarnos, dejamos que se vayan para aterrizar en lo que sí merece nuestra atención.
No, no es nada fácil. Esto supone un grandísimo esfuerzo, si no, no vendría nadie a consulta.
Te propongo el siguiente ejercicio, observa si tienes alguna manía. Cualquier gesto que hagas de forma instantánea. Tocarte el pelo o la cara, mover las manos de una determinada manera, seguro que algo hay.
Ahora intenta no hacerlo durante los próximos 30 minutos. Te aseguro que es imposible. Habrá algo que te distraiga y comenzarás a actuar de manera automática.
De la misma forma aparecen esos pensamientos, sin que te des cuenta, por eso buscamos reconocerlos lo antes posible sin machacarnos mucho en el camino.
Y aun así te costará…
Porque cuando has conseguido observarte, ahora toca hacerle hueco a esa sensación tan desagradable que tenemos al no estar atendiendo algo “importante”. Algo como lo de esta imagen:
¿Cómo hacerlo? Pues con mucha práctica y paciencia. Nuestro cuerpo hace lo que puede y aprendió a estar activo en ciertas situaciones que entiende como peligrosas. Pero, tú eres mucho más que tu cuerpo, eres mucho más que tus miedos y eres mucho más que tu mente.
Podcast
Aquí va el episodio por si aún no lo escuchaste.
Recomendaciones
La trampa de la felicidad: Libérate de la ansiedad. El típico libro que suelo recomendar cuando alguien me pide el típico libro que podría recomendar.
Espero que te guste y si quieres que profundice en alguna parte en concreto, puedes decírmelo por email.
La rumia volverá en próximas ediciones, no te preocupes.
¡Abrazos!
Que maravilla de Podcasts! GRACIAS