Hola animalitos conscientes,
hablemos de valores, hablemos de las cosas importantes de la vida, hablemos de la vida y, por tanto, hablemos de la muerte…
La newsletter de hoy viene con un ejercicio que te recomiendo hacer. Pero, aviso, ya ha hecho llorar a alguna que otra persona. No sé si será tu caso…
El tema de hoy ha sido elegido a través de mi cuenta en Instagram donde pedía ayuda a la hora de elegir entre este tema y el de las aficiones. Se ve que cuando publiqué el empate, mucha gente que no había votado volvió para tener poder de elección. Interesantísimo esto, ¿verdad?
Ves una votación y dices, “bueno, lo que sea estará bien”. Luego ves el resultado y es ahí cuando tomas consciencia de la oportunidad que pierdes al no elegir. Y por eso rápidamente vas y decides.
Pero en la vida no puedes retrocedes como en las historias de Instagram, no puedes viajar atrás en el tiempo y elegir el otro camino que descartaste…
Tendrás que vivir con esa sensación de haberte “perdido” una oportunidad, ¿o no?
Lo quieres todo
Y eso no puede ser… La vida no está para que lo abarques todo, no está para que lo vivas todo.
¿De verdad crees que vas a visitar todos los países, leer todos los libros y comerte todas las pizzas del planeta?
Vas a tener que dejar algo fuera, pero esta idea no nos gusta… No nos gusta nada…
La esperanza de vida está en unos 80 y pico años (la de España en 83). Ya tú haces la resta y calculas lo que aproximadamente te queda por delante. Te podrá parecer mucho o poco, pero a mí me parece poquísimo para meter todas las posibilidades que tiene la vida.
En este camino hacia la muerte somos como un río que va fluyendo hacia la muerte desembocadura arrastrando algún que otro sedimento. Y dejando muchas piedrecitas del fondo por el camino…
A veces podrás elegir qué piedras quieres que te acompañen y en otras ocasiones te acompañarán aunque no “quieras”. Pero lo que nos debe quedar claro es que al elegir una piedra, estamos dejando fuera otra incompatible.
Elegir lo que SÍ quieres, asume lo que NO quieres.
Y no vale que me digas que a veces quieres cosas que descartas, porque aquí estamos hablando de “querer” como el acto consciente de agarrar y mantener algo en nuestra vida.
Por supuesto, a la hora de tomar decisiones nos enfrentaremos a ese miedo a perdernos cosas y cuanta más opciones tenemos, más difícil será elegir. Ya te hablé de la paradoja de la elección aquí.
Oliver Burkeman habla del placer de perderte algo al asumir que en este camino hacia la muerte tendrás que dejar piedras por el camino y que, al aceptar esta realidad, sentirás cierta calma.
Cuando un humano acepta los límites de la vida y del tiempo (tal y como dijo Heidegger) abraza con humildad la oportunidad de estar vivo. Cuando aceptamos la muerte, también empezaremos a amar la vida.
El amor se encuentra después de romper las expectativas
Cuando empiezas a conocer a una persona que te atrae, sigues quedando con ella por hacerle caso a todo aquello que, a priori, te gusta, pero también porque te imaginas cómo podrían seguir siendo los planes con esa persona en el futuro.
Creas expectativas que te aferran a la experiencia de conocer a esa persona, pero muchas de esas expectativas tendrán que romperse. Cuando estas expectativas se rompen, ya sólo queda la esencia. Una esencia que podrá tener o no cierta coherencia contigo. Una esencia que podrás querer o no en tu vida, por supuesto.
Pero si esa esencia es algo que amas en lo bueno y aceptas/toleras en lo malo, tal vez ahí es cuando podremos hablar de enamoramiento. Aunque yo aún no entiendo del todo el verbo enamorar.
Cuando rompes tus expectativas sobre la vida y aceptas lo que tienes, tendrás que enfrentarte a una pregunta bastante incómoda: ¿te gusta tu vida?
Recuerda que no puedes contestar a esta pregunta sin haber descartado todas las fantasías y expectativas que te vienen instaladas de serie, algunas junto a la app de tu red social favorita que te influye, quieras o no…
Un montón de últimas veces
Cuando hacemos Mindfulness hablamos mucho de hacer algo con esta mente de principiante que trata la experiencia como si fuera la primera vez que la vives.
Sin embargo, cada vez disfruto más sintiendo que algo puede ser la última vez que lo hago. No me malinterpretes, no voy creyendo que me puedo morir en cualquier momento. Aunque esto sea más o menos cierto…
Todo tendrá una última vez. En algún momento tendrás la última conversación con el cajero de tu supermercado. O puede que hoy sea la última vez que traen ese producto que tanto te gusta al Mercadona.
En algún momento darás el último abrazo a un ser querido, y puede que en algún momento tengas el último recuerdo de ese ser querido…
A medida que avanzamos hasta el final de nuestra vida, tendremos un montón de primeras y de últimas veces. Esto es así gracias a que estamos vivos, que por cierto, es algo súper raro.
Deberías leer a Carl Sagan para ser consciente de lo raro que es la vida. Pero que, además, seas tú quien vive, es todavía más raro.
Y cuando digo tú, me refiero a que hayas nacido donde has nacido y que hayas vivido todo lo que has vivido para ser lo que llamas “tú”.
¿No te parece increíble la cantidad de variables que se han tenido que disponer para que seas tú la persona que lee esto ahora mismo?
Creo que tenemos la responsabilidad de aprovechar esta oportunidad, sea con lágrimas de pena o de alegría. No desbordes por quererlo todo, céntrate en querer lo importante…
Sobre el programa de productividad consciente
Hablando de cosas importantes, algunas personas me han dicho que los horarios del programa de productividad consciente no les viene bien, por eso te pregunto directamente.
¿Te apuntarías al programa si fuera los jueves de 19:00 a 21:00? Contéstame directamente a esta edición de la newsletter.
Estoy muy contento e ilusionado con lo que estoy construyendo y entiendo que no puedo encajarlo en la vida de todo el mundo. Pero me planteo abrir un segundo grupo para los jueves debido a tanta queja por la fecha de los lunes.
Tal vez diseñe un formato más flexible, pero hasta ahora no encuentro la forma. Renunciar al poder de los microgrupos para alcanzar objetivos me parece un sacrificio demasiado grande.
Por cierto, este es el temario de las 8 semanas:
Semana 1. Valores: hacia dónde voy y lo que quiero dentro de mi vida.
Semana 2. Falsos Valores: lo que parece más importante de lo que es.
Semana 3. Mindfulness: cómo atender al momento presente.
Semana 4. Conociendo a mi mente: distanciamiento consciente de algunos pensamientos tramposos.
Semana 5. Aceptación: límites existenciales e hiperproductividad.
Semana 6. Actividades atélicas: lo que disfrutas sin objetivos.
Semana 7. Mi identidad: lo que me digo sobre lo que soy y lo que quiero.
Semana 8. Compromiso: rigidez en la coherencia y flexibilidad en el comportamiento.
El programa es flexible y será adaptado a vuestras necesidades y preguntas, pero estos 8 puntos forman parte del núcleo filosófico que quiero proteger.
Recuerda que empezamos el 8 de enero y que las plazas se cierran el 31 de diciembre.
Me encuentro ahora mismo en una mudanza, en un cambio, y justo ayer apuntaba en mi cuaderno de socorro que "se acerca el tiempo de las últimas veces" y lo disfruto mucho más desde esa perspectiva que desde la mente de principiante. Quizás debería extender esta perspectiva a una cuestión continua o, por lo menos, periódica.