Empezamos la edición de hoy con una pregunta:
Es una pregunta que suelo hacer bastante en consulta y que me ayuda a iniciar una serie de dinámicas que me dejan explicar un concepto tan extraño como es el yo observador.
Aquí hablamos de trabajar el “self” (si queremos quedar cool) o tomar perspectiva, pero difícil es que esto lo sientas con este tipo de argumentaciones. Hagamos un ejercicio. 😉
Busca un momento lejano en tu pasado. Un momento en el que tengas más o menos claro tu discurso sobre ti y sobre el mundo.
Muchas personas suelen ir a su adolescencia donde pueden observar qué tipo de reflexiones hacían. ¿Lo tienes?
Es importante que sea un momento lo más detallado posible, no tengas prisa… Piensa en un momento en el que se te rompiera el corazón o vivieras una gran decepción. Busca una situación en la que sintieras que nada tenía sentido.
Recuerda dónde estabas, con quién, qué ropa llevabas…
Dale forma a los pensamientos que estuvieras teniendo en aquel momento: ¿qué decía tu mente? ¿Qué pensamientos y emociones tenías?
Contacta con ellos y date tiempo para asentarlos.
Date tiempo…
Nota que esos pensamientos y emociones que tenías no están aquí y ahora, aunque tú sí que lo estás. Una parte de ti que está aquí leyéndome y siendo consciente del ejercicio.
Una parte de ti que permanece constante a lo largo del tiempo.
Una parte de ti diferente a esos pensamientos y emociones que suelen ir y venir a lo largo del día y de tu vida…
Eso es el yo observador.
No podemos ser lo que pensamos si lo que pensamos cambia tanto
Si has hecho el ejercicio con la calma que te pedía, habrás notado la volatilidad de tu mente y lo mucho que puede cambiar si tomamos perspectiva de todos estos años.
Me dirás que hay algunos pensamientos que siguen estando contigo, algunas creencias y preferencias. Pero aun así, no son pensamientos que estén siempre contigo o que se hayan mantenido exactamente igual con el paso de los años.
En el presente se cristaliza toda tu historia de aprendizaje y configura el discurso que mantienes sobre ti y sobre la vida. Pero esto puede cambiar a medida que lo hace nuestro contexto.
Te puedes identificar como una persona tímida y aun así hablar ante un gran público porque tu mejor amiga te pide que hables en su boda.
Puede que tengas que actuar de forma paciente mientras enseñas a tu mascota, a pesar de haberte identificado como una persona impaciente la mayor parte de tu vida.
El problema de afirmar frases como “yo soy lo que pienso” es que probablemente te estés autoaplicando un dogma que a veces podría ser contraproducente, por ejemplo:
Yo, que pienso que todo el mundo tiene motivos para hacer lo que hace y me identifico como una persona comprensiva, estoy aguantando a una persona que sobrepasa mis límites…
Es como si estuvieras haciendo un viaje con la ayuda de tu GPS y el móvil te dijera que tienes que girar hacia la derecha donde claramente tú ves una calle cortada. Pero como el móvil te dice que gires, tú giras…
Distancia y contenido
Aquí estamos trabajando mucho aquella idea de defusión que te hablaba aquí para distanciarnos de esos pensamientos y tomar perspectiva, pero, a la vez, buscamos que contactes con esa parte de ti que contiene todos tus pensamientos.
Lo “único” que diferencia a una persona con pereza para hacer deporte de otra que lo hace a diario es el contenido de su mente. No es baladí, por supuesto, pero que ni siquiera nos paremos a cuestionarnos esas reglas que tenemos, me parece del todo problemático.
Afirmaciones como “yo soy así” o “la gente es” simplemente están poniendo unos subtítulos a tu vida que lo mismo no encajan con lo que de verdad está pasando.
Sigues las recetas que encuentras en internet sin plantear que el sabor podría gustarte o no. Simplemente porque “se supone que esta es la receta buena”.
Me gusta mucho esta imagen que suele utilizarse para describir el deterioro de nuestros esfuerzos a lo largo de un proceso arduo de cualquier tipo (ordenar un armario, escribir una tesis, hacer la maleta…). Sin embargo, también me sirve para explicar que la forma en la que algo empieza, no es la forma en la que tiene que acabar.
Que lleves muy buena parte de tu vida manteniendo un discurso sobre lo que “eres” no te obliga a seguir manteniéndolo. ¿Qué hay más bonito que la libertad de cambiar?
Seguro que me dices algo como, “a mí me encantaría cambiar algunas cosas, pero no puedo”.
Por supuesto que el cambio es complicado, pero en muchas ocasiones será imposible si mantienes la siguiente regla:
“Necesito sentir o pensar X para cambiar Y”
Esto forma parte del discurso que te mencionaba antes. Estás tratando de seguir la misma receta que llevas siguiendo toda tu vida para conseguir resultados diferentes. Prueba lo siguiente:
“YO tengo el pensamiento de que necesito X para cambiar Y”
Ya te hablaba de esto en la edición de la defusión, échale un ojo si lo necesitas y prueba a moverte con mayor agilidad entre tu mente y tu vida para ver qué te dice tu experiencia. ❤️
Puntos dentro del episodio privado
Si estás dentro de la suscripción privada, estos son los puntos que toco hoy:
Contactar con el yo observador
Dar un paso atrás para observar toda tu historia
Autocompasión y observación
Empatía y observación
Recursos complementarios
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