Hoy ha sido un día ajetreado de citas médicas y quehaceres de adulto que me quiebran bastante la tranquilidad de mi agenda, por eso quiero aprovechar este evento para reflexionar sobre algo muy importante: los huecos en blanco.
Me encanta sentir que no hay prisas por las mañanas y poder disfrutar de las pequeñas cosas que he ido incorporando a mi rutina, como los estiramientos ligeramente dolorosos que hago cada mañana. ¿A quién no le va a gustar sentir que se está partiendo?
Mientras venía en el coche, escuchaba uno de mis podcasts favoritos, uno de esos que escuchamos los emprendedores para sentir que no estamos tan solos cometiendo errores en el camino. Como dirían por ahí:
Aprendí tanto de mis errores que decidí cometer más errores para aprender más.
Ambos participantes empezaron hablando de todos los proyectos que uno de ellos quiere realizar, y esto lo contrastaban luego con la búsqueda de momentos de tranquilidad y disfrute minimalista. La broma se hace sola…
No creo que sea exclusivo de la gente que emprende; me parece que estamos envueltos en un discurso generalizado sobre la saturación de estímulos y de responsabilidades. Pero, a la vez, tampoco somos capaces de renunciar con ligereza a todo lo que queremos hacer…
Pelota que metes, pelota a la que renuncias
Ya he hablado sobre los límites de la vida y de que no podemos hacerlo todo tal y como queremos, pero lo que planteo ahora es un punto de vista diferente.
Esto no va de que vayas metiendo pelotas en la bolsa hasta que esta reviente y tú explotes. Esto va de que cada pelota que metes está, además, ocupando el espacio de otra.
Te hablo de una ley universal que llamamos coste de oportunidad.
Pero no a nivel macroscópico necesariamente, me explico.
Si la vida fuera una ensalada, estarías renunciando al sabor más puro del tomate en favor de sentirlo en combinación con el resto de ingredientes.
Habrá momentos en los que tal vez sea interesante comerte un tomate aliñado con sal y renunciar a la ensalada, pero es evidente que no puedes tener ambas cosas.
¿Una conversación profunda o una conversación menos profunda mientras comes?
¿Un paseo por la playa con plena consciencia? ¿O un paseo por la playa mientras escuchas un podcast?
¿Un proyecto o varios proyectos a la vez?
¿Ser especialista en algo o ser versátil?
No digo que haya que elegir el camino minimalista siempre, pero es necesario ser conscientes de que no podemos tener la experiencia más profunda de una cosa si estamos metiendo más pelotas en el saco…
Pelotas que no eliges
Soy consciente de que no siempre tenemos la posibilidad de elegir y que a veces tocará meter muchas pelotas en el saco.
Odio con todo mi ser la contabilidad y por mucho que haya intentado delegarla, siempre hay cosas que tengo que hacer. El problema es que, a veces, nuestros intentos de control de esas pelotas que no elegimos pueden ensuciar la presencia de las que sí queremos.
Volvamos con la ensalada…
Imagina que le han echado un ingrediente que odias. A mí no me gusta el maíz en la ensalada, aunque luego las mazorcas con sal y mantequilla me gustan bastante. Pero ahora no es momento de juzgarme. 🥲
Si mientras me como la ensalada dedico parte de mi energía y atención a buscar el maíz, no estaré dejándome llevar por los sabores de los otros ingredientes. Estaré más pendiente de lo que no quiero comer que de lo que sí.
Incluso puede que acabe comiéndome la ensalada rápidamente para no sentir ese maíz. Y así volvemos a acelerarnos para escapar de aquello que no queremos…
Es curioso, pero lo de ir rápido es un modo de funcionamiento que sirve tanto para alcanzar todo lo que aparentemente queremos como para huir de lo que no queremos.
Y como disfruto viéndolo todo en términos de evitación, te diré también que si quieres tener tus expectativas cubiertas sobre cómo deben ser las cosas es porque aún no aceptas que no vas a tener todo lo que quieres ni cómo lo quieres.
Y como es muy difícil saber qué quiere uno, necesitamos espacios de “vacío” donde la experiencia se digiera.
Tiempo para digerir
Sabemos que el sueño sirve para digerir eventos traumáticos. Por eso, al despertarte por la mañana, puede que lo que ayer te importaba, hoy no lo haga tanto. Este proceso cerebral siempre me hace pensar en el poco tiempo que nos damos para que las cosas en general se digieran por nuestro cuerpo.
No estoy hablando de energías ni movidas raras, hablo de que a veces las cosas pasan tan rápido que ni te paras a pensar si te gustan o no. Te mueves por inercia y puede que incluso te mantengas en tensión durante toda esa inercia porque no estás haciendo lo que realmente quieres.
Muchas personas no son conscientes del burnout en el que se encuentran, tirando de tantas cosas que hacer y con toda la presión del entorno. Por eso acabamos explotando y abandonando sueños que en su momento queríamos…
Hasta lo más preciado o importante puede acabar convirtiéndose en nuestras peores pesadillas. Por eso algunos artistas que triunfan con sus pasiones pueden acabar quemándose de lo que en un principio les anclaba a la vida…
He visto a muchos psicólogos quemados por años de terapia y estudio y siempre me ha preocupado que eso me pase. Por eso intento trabajar menos de lo que sé que puedo trabajar…
Creo que nunca lo he dicho en esta newsletter, pero me gusta mucho la analogía del Tiempo de Reserva en el entrenamiento, “Reps in Reserve” (RIR) en inglés.
Este método te indica que debes hacer un poquito menos de lo que realmente puedes hacer para conseguir un mayor rendimiento en tus entrenamientos.
Y por eso veo fundamental tener esos huecos de 'Nada' en la agenda que nos permitan digerir todo lo que está pasando en nuestra vida."
Porque esto, amigos y amigas, no va de darlo todo, sino de dar lo que queremos dar.
Podcast privado
El episodio de hoy es variado y te pongo algunos ejemplos técnicos que planteo en consulta:
El melón del autocuidado y sus autoexigencias.
Desafíos en el manejo del tiempo (si es que se puede manejar).
Hoy te hablo de Mindfulness y/o no hacer nada.
Traduzco todo a la práctica de una agenda conscientes con huecos en blanco.
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