Mi plan de hoy era llegar a casa, comer, descansar un poco y ponerme a escribir la edición de esta semana. Y esto ya era romper una de mis reglas mentales: “eres más creativo por la mañana”.
Sin embargo, venía andando por aquí:
Y me he dicho, ¿por qué necesitas estar en casa para escribir? Tienes todo lo que necesitas en tu móvil. Y, como te contaba la semana pasada, tengo un segundo cerebro montado en Notion donde apunto todo lo que voy leyendo, pensando y, en general, viviendo. Esta semana estuve profundizando en un tema: el perfeccionismo.
Algunas de mis referencias son:
Tengo que disculparme porque en la edición anterior dije que el libro de Tiago Forte no estaba en español y acabo de llevarme una sorpresa al buscarlo en Amazon.
Pero las referencias más importantes que tengo de esta semana son mis anotaciones de un par de sesiones en consulta donde he tenido que trabajar este tema con bastante profundidad.
No os hacéis una idea de la de problemas que trae el perfeccionismo y su relación con la salud mental.
Además, me he visto “El problema de los 3 cuerpos” y justo hay una escena en la que una de las protagonistas resuelve un problema rompiendo varias reglas que mantenían en su entorno. Lo que saco de esto es que aunque tu solución no sea perfecta, eso no te aleja de llevarla a cabo con cuidado.
(Por cierto, me ha parecido una de las mejores series que he visto este año y me ha hecho empezar a leerme los libros con cierta ansiedad).
La trampa de la perfección
La semana pasada hice una publicación en X:
En ella relacionaba el perfeccionismo con la impuntualidad, porque entre emprendedores y emprendedoras es muy frecuente que el perfeccionismo nos la juegue de esta forma.
Y ojo, que no estamos hablando de hacer las cosas perfectas, yo mismo cometo algunas faltas de ortografía debido al despiste en algunas de mis ediciones que muchas veces tengo que corregir una vez publicadas. Y eso que me tomo mi tiempo para revisar… 🥲
Hablo de intentar llegar a la idea de perfección, cueste lo que cueste, una trampa perfecta…
Te propongo un ejercicio:
Piensa en una zebra. ¿La tienes?
Ahora cuenta las líneas de su lomo, ¿cuántas tiene?
¿Puedes asegurarme que esas son las rayas que tenía la primera vez?
Ahora observa las orejas, ¿cómo son?
¿Estaban esas orejas ahí antes o las has recreado en el momento en el que te lo pedí?
¿Qué crees que pasaría si te pido que directamente la dibujes? Probablemente te pararías a pensar por dónde empezar y todos estos detalles vendrían a tu cabeza. ¡Dificilísimo!
Cuando alguien dibuja, se hace una idea general y va adaptando esa idea al papel mientras lo hace.
Ahora traduce en palabras esto: ¿cómo debería ser un momento feliz para ti?
Empezarás a dar argumentos, pero no hay palabras que puedan coger la forma perfecta de algo tan complejo. Simplemente, nos aproximamos y vamos reformulando nuestros pensamientos uno por uno. Si encima estás debatiendo el tema con alguien, os pueden dar las tantas de la mañana.
(Y si lo debates con algún psicólogo o psicóloga, más te vale coger vacaciones).
Te aseguro que lo que llevo escrito hasta ahora para nada tiene la forma que podría haber imaginado al principio, pero el hecho de hacerlo me invita a reformularlo y ajustarlo lo máximo posible a mi idea “perfecta” inicial.
Mi lenguaje podría ser capaz o no de construir todo lo que pienso, pero desde luego que habría sido imposible hacerlo si no me hubiera sentado a escribir.
La pregunta es: ¿cómo habría quedado este texto si lo hubiera hecho en casa? ¿Y si lo hubiera hecho por la mañana?
Quién sabe qué habría pasado… Tal vez en otro universo pudiéramos verlo, pero por ahora tocará quedarse con lo que tenemos en el nuestro.
Imperfecto no es cutre
He sido fiel defensor del “keep it cutre”, pero me doy cuenta de que cutre lo será para nuestra mente, porque eso no quiere decir que no le dediquemos especial cuidado a lo que hacemos.
Podemos hacer las cosas imperfectas o a medias para nuestra mente, pero centrando toda nuestra atención y cuidado en lo que hacemos.
Tengo pendiente verme Perfect Days que al parecer trata la consciencia de lo cotidiano. Ayer me la recomendaba mi compi Jay y justo después la escuchaba mencionada en un podcast. Demasiadas casualidades juntas, cuando encima tengo palomitas que gastar en casa. 🍿
A más nos preocupa algo, más queremos que las cosas salgan bien, pero creo que a veces perdemos el foco de lo que debería preocuparnos realmente. Me explico:
Si te preocupa mucho el juicio de los demás sobre tu profesión, más tiempo le dedicarás a publicar algo perfecto. ¿No debería preocuparte lo que quieres publicar y ya?
Si te preocupa mucho que tu pareja te abandone, más te centrarás en los detalles que demuestran o no lo perfecta que es tu relación. ¿No deberías preocuparte por cuidar la relación?
Y si te preocupa mucho la forma que tiene tu cuerpo, más buscarás que tu alimentación y ejercicio sean perfectos. ¿No debería preocuparte tu salud y ya?
¿Cuánta perfección hace falta para eliminar nuestras inseguridades? Es una pregunta difícil, pero mira cómo está tu vida cuando pospones o te esfuerzas demasiado.
Cuanto antes aceptes las restricciones de la vida, antes podrás disfrutar de lo que importa. Y, a veces, lo que importa puede ser todo lo imperfecto que quieras, porque, como ya te he dicho antes:
Hay veces que no sabemos ni sabremos poner palabras a lo que nos importa, pero sí sabremos cómo acercarnos a ello…
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Perfeccionismo en tareas incluso rutinarias
Influencia de nuestras expectativas y opiniones ajenas
Valor de la experiencia y perspectiva personal
Adaptabilidad y experimentación
Atención plena y consciencia del presente
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