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Accidentes conscientes para un diseño inteligente
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Accidentes conscientes para un diseño inteligente

Espero que la newsletter de hoy sea contingente también tu vida.

Antes de empezar, quiero dar la bienvenida a toda la gente que se ha apuntado esta semana. No sé bien de dónde ha venido semejante afluencia, pero gracias seas quien seas por compartirme. :)

Ya sois más de 2000 personas recibiendo un mail semanal (por ahora). Espero no estar dando demasiado la turra.

Por otro lado, hoy es el último día para aprovechar el precio antiguo de la suscripción privada. Dentro ya sabes que tienes contenido exclusivo y las sesiones en directo que estoy grabando en la mejor calidad posible.

Vamos con el FOMO

Podrás darte de baja siempre que quieras. :)


Ya formas parte de un sistema

A veces me preguntan cómo me organizo, porque desde fuera puede parecer que nunca me distraigo o que siempre estoy motivado para hacer las cosas. Pero nada más lejos de la realidad.

Esto no va de ser inmutables internamente. Eso no existe.

La mente es la mente: se aferra a lo que considera importante o conveniente en cada momento, y eso no siempre coincide con lo que realmente quieres.

Te pongo un ejemplo:

Imagina que tú y tu pareja lleváis días hablando sobre algo importante, como el viaje que haréis estas Navidades. La conversación se mantiene en el coche, hasta que, de repente, un accidente os corta en seco. Nada grave, pero lo suficiente para asustarse y detener esa conversación tan importante.

Algo se ha colado en vuestro microsistema y ha generado una interferencia. El viaje ya no es lo prioritario; ahora toca buscar los papeles del seguro.

No diré que ese accidente estuviera determinado (bueno, sí), pero si analizáramos el contexto más amplio, verías que la persona que os chocó suele salir tarde de casa, que ese día iba con prisas y algo de sueño. Y que tú, mientras, tampoco estabas prestando mucha atención a la carretera por estar en la conversación.

Un sinfín de factores que ya formaban parte de un sistema mucho más grande del que eras consciente.


¿Y si pudiéramos elegir nuestros propios "accidentes"?

Imagina que tras el accidente de antes hubiera cierta intencionalidad. Imagina que en realidad lo que querías era vivir de verdad la experiencia de intercambiar datos para el seguro. No voy yo a meterme en las aficiones de nadie… Pero mejor te pongo un ejemplo para que lo entiendas.

Llevo un tiempo con dolor en el pulgar, que no acaba de curarse. Por eso decidí ir al fisio (además de mi amigo) para que me echara un cable.

De esta forma alteraré mi sistema semanal para restringir un espacio dedicado a la recuperación de mi dedo pulgar.

La terapia en sí puede ser el gran accidente. Una interferencia que, en muchos casos, cambia el rumbo de las cosas.

Pero también puede ser el inicio de una serie de accidentes en cadena que te ayuden a reconducir tu vida hacia el camino que deseas.

Otro ejemplo:

Vas a terapia.

Ahí te das cuenta de que necesitas socializar más.

Te apuntas a capoeira los miércoles (la bachata ya está muy vista).

Ahora los miércoles ya no los pasas en casa mirando TikTok y dándole vueltas a la cabeza.

El grupo de capoeira propone un plan para el fin de semana.

Y así, los domingos por la mañana ya no los pasas en TikTok ni preocupándote sin rumbo.

Tu sistema ha cambiado porque rompiste tu inercia habitual.


Paradas y accidentes

El otro día hablaba con un amigo que trabaja en formación, y discutíamos sobre distintos métodos de productividad. Comentábamos lo complicado que es encontrar un enfoque que funcione igual de bien para todos, algo normal, ya que cada persona es de su padre y de su madre. Por eso, en psicología no existen recetas universales.

Aun así, voy a arriesgarme y decir que, si hay algún método eficaz para lograr cambios, empieza por reservar una parte de nuestro tiempo a organizar y promover ese cambio.

Quizás no sea un hábito que debas mantener toda la vida, pero dedicar un momento semanal o diario a planificar puede ser clave durante una buena fase de tu vida.

A mí me gusta diferenciar entre la planificación macro y la micro. No es necesario estar pensando en el largo plazo todos los días ni organizando la vida a tres años vista, pero sí deberíamos tener algunos momentos a lo largo del año para revisar nuestros planes y reflexionar sobre lo que queremos hacer.

Eso sí, sin exagerar. Tendemos a incluir demasiadas cosas en nuestros planes y luego nos frustramos.

Un buen sistema que te ayude a alcanzar tus objetivos debe incluir pausas y, digamos, “accidentes” provocados. Aunque, claro, si son provocados no son verdaderos accidentes, pero ya me entiendes: estas situaciones pueden ayudarte a exponerte a contextos que te beneficiarán. Tu accidente no tiene por qué ser esas clases de capoeira, también puede ser empezar a enlazar planes con tu grupo de amistades.

En terapia, suelo recomendar hacer registros porque ayudan a realizar análisis funcionales más profundos, lo cual aumenta nuestras probabilidades de éxito. Y por eso verás que te doy la turra en el podcast privado.

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