Lo primero, una disculpa técnica. Se ve que la newsletter no llegó la semana pasada a las personas que no tienen una suscripción activa. Fallo mío por falta de conocimiento sobre una cosilla… Jeje.
Por otro lado, si eres psicólogo o psicóloga y emprendes, mañana puedes tener una cita conmigo y con Nacho aquí.
Dolor limpio
Ya he hablado de esto, pero es bastante importante que lo explique de nuevo, creo yo.
El dolor limpio es ese que sientes de forma natural por estar vivo o viva.
Tristeza
Ansiedad
Soledad
Rechazo
Culpa
Vergüenza
Envidia
Frustración
…
Tú no decides tener nada de esto, es algo que te toca por estar en este planeta con vida. No hay más.
¿Conoces alguna forma de eliminar alguna de esas emociones de forma permanente? Yo no… Y según la evidencia científica, nadie lo conoce.
Está claro que no nos gusta sentir nada de eso y que, cuando lo sentimos, podemos vernos realmente torpes llevando nuestra vida.
Este es el dolor que tienes y no eliges, pero también el dolor que te avisa de que las cosas te importan. Es un dolor que te mantiene alerta.
Que sí, que a veces no parece que te ayuden mucho, pero es que no es algo que decidas tú, es algo que decide tu mente.
Dolor sucio
Este es el que también llamamos dolor de ausencia y se refiere a eso que sientes cuando NO haces lo que quieres con tal de evitar el dolor limpio.
Imagina que tienes ansiedad social y por eso decides no ir a la fiesta a la que te han invitado. Con esto sólo consigues que la ansiedad se vaya a corto plazo, pero no para siempre. Y, además, tienes el malestar de no estar haciendo algo que quieres.
Este dolor sucio sí tiene cierta “responsabilidad” por nuestra parte. Y ojo que digo cierta responsabilidad, porque, evidentemente, si esto fuera tan fácil, nadie se arrepentiría de nada.
Lo que ocurre es que abrirnos a sentir ese dolor limpio implica mucho trabajo personal y un contexto favorable. Esto último, por desgracia, no siempre se consigue.
Oye, pero que estás leyéndome hoy y tal vez esto sea un contexto más favorable que el de ayer.
Si me estás leyendo con cierta atención y reflexión, puede que estés un poco más cerca de abrirte a sentir esas cositas que no te gustan, pero no porque yo lo diga o porque de esa forma sufras menos. Si no porque tu vida es otra cosa…
4000 semanas
De nuevo una pequeña referencia a Oliver Burkeman, el que, por cierto, tiene una newsletter que se llama The Imperfectionist (aquí te suscribes). Su libro 4000 semanas ha calado fondo y recordarnos el final de nuestra vida puede ser útil para cuestionarnos lo siguiente.
¿De cuántas cosas más vas a arrepentirte?
Sólo tenemos 4000 semanas y esto significa que, momento en el que no actúas de forma alineada con tus propopósitos, momento que pierdes…
El dolor limpio seguirá ahí de mil maneras, pero sí puedes moverte un poco más para reducir ese dolor sucio.
Tratemos de mirar a través de todo ese dolor que forma parte de la vida y conectemos con la persona que queremos ser. Todo va en el mismo pack y tenemos que trabajar para entenderlo.
Y esto no va de negar el dolor y seguir hacia adelante, sino de movernos CON el dolor hacia adelante. Más rápido, más lento, da igual, pero en movimiento y con consciencia.
Y así puede que al final de tus 4000 semanas te mires y digas “hice lo que pude”.
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