Cuando te sientas tranquilamente a observar tus circunstancias, te das cuenta de lo que funciona y de lo que no. De todas las cosas que te gustan y de las que te atormentan.
No está claro cuál es la mejor forma de vivir una vida con sentido. No está claro qué es lo mejor que podemos hacer con nuestro tiempo y, por eso mismo, nos frustramos.
Si existiera una fórmula de la felicidad, todos y todas la seguiríamos. No habría problemas y seríamos felices hasta la muerte, pero no es así como funciona.
El universo y la sociedad son caóticos e impredecibles. Tanto es así que, en cuanto empiezan a existir las preferencias individuales, aparecen las fricciones. Al final, después de muchas reflexiones, aparece la siguiente conclusión:
Las cosas dejan de funcionar cuando nuestros deseos chocan con los deseos del universo.
Vale, lo del universo puede ser un poco místico y tal vez suene a humo, pero no me refiero al universo como una deidad. Hablo del universo teniendo en cuenta tanto las leyes físicas que dicen que si hoy llueve te fastidias y te quedas en casa, como el mal día que tiene la persona del banco que hoy tenía que atenderte y que has hecho que pierdas la mañana.
Puede que tus intereses no sean los de tu jefe o tu cliente.
Puede que tus intereses no sean los de tu cuerpo, que hoy ha decidido desvelarse a las 4 am como respuesta a un contexto de estrés.
¿Que el cuerpo, en lugar de descansar cuando más falta le hace, decide ponerse súper tenso y en modo supervivencia? Te jodes.
¿Que tu cuerpo ha decidido que leer un mail se siente como si tuvieras un león a punto de comerte? Pues sí, también te jodes.
Así es: un montón de cosas van en contra de tus propios intereses, es lo que tiene el universo.
Existe vida en este planeta en contra de la naturaleza del universo. Sólo tienes que observar el resto de planetas, que, por lo general, son infiernos inhabitables. Pero aquí estamos tú y yo viviendo la excepción de tener un planeta con la posibilidad de crear vida.
Ahora bien, que tengas una vida no significa que puedas hacer lo que quieras con ella y disponerla como te dé la gana. Tendrás que aprender a adaptarte a la poca predictibilidad del universo y ser consciente de lo que finalmente puedes controlar.
Ni siquiera la totalidad de tu comportamiento está en tu control, porque, como sabes, no somos lo mismo bajo determinados pensamientos o circunstancias. Yo no soy el mismo al final del día cansado, o por la mañana si he dormido bien. Pero ese pequeño porcentaje de ti que permanece inmutable es al que señalo hoy, y al que le pido que haga lo que pueda cuando pueda y que, aunque los planes no salgan siempre como uno quiere, se recuerde lo siguiente:
Qué suerte poder tener planes.
Qué suerte que yo pueda escribirte y tú leerme.
Qué suerte que existan estas circunstancias…
… Y, por eso, me he limitado a este texto sin secciones para que leas en el flujo natural de las palabras…
Ah, sí, también hay pódcast para las personas que tienen una suscripción activa, es un pódcast donde hablo de propósito y coherencia en el momento presente. Ojalá te guste. :)
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